C T Si
R Ú es
I ! A S Á R tás co
S N U I con chi
T I F R es te
***
-
Espíritu, no te entiendo,
muestra otra vez. Otros seis cientos sesenta y seis…La Marca de la Bestia. ¿Y
qué me dice la Biblia?
1 Juan 4:3 à y todo espíritu que no
confiesa a Jesús, no es de Dios; y
este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora
ya está en el mundo.
-
Mal,
mal,muy mal. Pero gracias. Dame un signo cuando quieres
regresar.
Cristina escuchó sonido de los llaves y justo en este momento apagó la
vela. Después envolvió el hilo y lo dejó en un cajón junto con la aguja. No
podía creer que este chico le puede hacer daño. Pero algunos momentos después
le ocurrió una idea que esto solo puede significar uno: los cambios en su vida
a los que había esperado por mucho tiempo. Cristina entendió que una parte suya
ya no quiere lograr la venganza, que solo quiere disfrutar todos los momentos
con Jesús y no pensar sobre nada. Pero otra parte sufría el remordimiento
porque traicionó sus objetivos.
Cristina empezó a leer algunos interrogatorios de las acusadas de la
brujería que quería analizar ya hace mucho tiempo. Pero no podía concentrarse.
Se sentó en la repisa de la ventana y escuchaba música. Pensaba que hace cuatro
meses solo tenía un objetivo en la vida y vivía aburriéndose pero
tranquilamente. No pudo decir que todos los cambios a ella no le gustan. Solo
ahora sentía algo nuevo y desconocido. Pensaba sobre Jesús y las diferencias
entre ellos dos. ”Todavía es un niño, no puedo seguir estando con él. No puedo
enseñarle nada bueno.“ Eso de enseñarle algo bueno fue uno de los más grandes
problemas para ella. Cristina siempre pensaba que en las relaciones uno tiene
aprender algo del otro y a través, y que más importante es ser un buen ejemplo
en alguna situación de la vida o de algún rasgo del carácter. No sentía ni como
buen ejemplo, ni capaz de enseñar algo realmente bueno, así que no podía
librarse de esta idea de dejar Jesús y su vida estudiantil. ”Solo queda un mes.
Solo un mes y Jesús vuelve a España, a su casa y a su vida normal. Quizás él ni
siquiera algo serio porque entiende que todo va a acabar pronto.“ Después de un
rato Cristina entendió que todos los pensamientos se dan vueltos solo sobre un
tema: él. Quería llamarle pero se paró.
”¿Que voy a decirle? Que tonta estoy, ni siquiera sé que quiero decir y ya empiezo
hacer tonterías.“ Cristina acercó al teléfono y llamo. Pero esta llamada no fue
dirigida a Jesús, en otro lado del teléfono sonó voz de María.
-
Hola, mamá. ¿Qué haces?
-
Bueno, mi brujita
desaparecida. Pues lo mismo que has hecho tú hace un poco: hablo con tu abuela.
¿Sabes que me ha mostrado?
-
¿Por qué has invitado su
espíritu?
-
Tenía que saber algo sobre
ti. No has contestado por teléfono ya una semana y yo no puedo vivir sin saber
nada.
-
Vale. ¿Qué te ha mostrado?
-
La Marca de la Bestia. Pero
con letritas inciertas, no podía entender nada.
-
Mejor…
-
Tienes que llamarle.
-
¿A quién, mamá?
-
¿Qué? No he dicho nada.
Tienes que llamarle.
-
¡Has dicho otra vez! ¿A quién
tengo que llamar?
-
¿Sobre cuales llamadas
hablas? No te entiendo de nada, hija.
Tienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarletienesquellamarlevtienesquellamarlevtienesquellamarletienesquellamarle…
“¡Basta ya!” exclamó Cristina, colgó el
teléfono y quedó sin palabras. Sintió que alguien está en la habitación pero no
fue espíritu de su abuela. Fue un hombre. Hombre joven. Hombre extranjero.
Hombre que acabó de perder su vida.
***
Mi vida acaba como se muere un viejo diente de
león. Se desaparecen los colores claros, líquido de la vida y todas mis partes
oscilan en el mundo con el único destino: seguir viviendo. Por ti, por mí, por
todos y por ninguno.
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